Un conductor en el estado de Colorado, Estados Unidos, intentó evadir un arresto por exceso de velocidad y manejar en estado de ebriedad realizando un curioso cambio de lugar detrás del volante: intercambió su posición con la de su perro. Según informó la policía local, un agente presenció la acción mientras el vehículo se encontraba estacionado en Springfield, una pequeña localidad del este del estado con alrededor de mil 300 habitantes.
El incidente ocurrió la noche del sábado 13 de mayo cuando el conductor, claramente bajo los efectos del alcohol, fue observado moviéndose dentro del automóvil antes de salir por la puerta del lado del pasajero. El oficial de policía se acercó al vehículo y confrontó al hombre, quien insistió en que no había estado conduciendo y mostraba señales evidentes de embriaguez.
Ante la sospecha de que el individuo estaba intentando ocultar su responsabilidad, el agente le preguntó cuánto había bebido para aplicarle una prueba de alcoholemia. En un intento desesperado por eludir el arresto, el conductor trató de escapar corriendo, pero su fuga fue rápidamente frustrada y fue detenido a pocos metros de distancia.
Por motivos de seguridad, el hombre fue llevado al hospital para una revisión médica antes de ser arrestado. Las autoridades lo acusaron de varios cargos, incluyendo conducir bajo la influencia de alcohol o drogas, conducir en estado de ebriedad y también por órdenes de arresto previas que pesaban en su contra.
Este incidente ha llamado la atención y ha generado comentarios en las redes sociales, destacando la creatividad inusual del conductor para intentar evitar las consecuencias de sus acciones.
Los efectos de manejar en estado de ebriedad
Conducir bajo los efectos del alcohol es una acción irresponsable que pone en peligro la vida de quienes lo hacen y de otros usuarios de la vía. Los efectos de manejar en este estado son altamente perjudiciales y pueden tener consecuencias devastadoras.
Cuando una persona se encuentra bajo los efectos del alcohol, su capacidad para conducir de manera segura se ve seriamente comprometida. El alcohol afecta el funcionamiento del sistema nervioso central, disminuyendo la atención, el tiempo de reacción y la coordinación motora.
Esto se traduce en una conducción errática, dificultad para mantenerse en el carril, una mayor tendencia a exceder los límites de velocidad y una menor capacidad para tomar decisiones adecuadas en situaciones de emergencia.
Los efectos físicos y cognitivos del alcohol interfieren con la capacidad del conductor para evaluar correctamente las distancias, reconocer señales de tránsito y reaccionar de manera oportuna ante situaciones imprevistas. Además, la somnolencia y la falta de concentración que pueden acompañar al consumo de alcohol aumentan aún más el riesgo de accidentes.
CON INFORMACIÓN DE EL HERALDO DE MÉXICO