Colapsa iglesia y aplasta a 70


Zona Sur

MADERO, TAMAULIPAS.- ¡Silencio!, grita a lo lejos el contingente de búsqueda y rescate.

¡Silencio!, replican con el puño en alto la muchedumbre de rescatistas de los cuerpos de salvamento y los improvisados y solidarios que se suman cada minuto.

Una pancarta se eleva y sólo se escucha cuando el viento sesea entre los árboles, y nadie y nada se mueve.

El techo de la parroquia de la Santa Cruz, en la colonia Unidad Nacional, en Ciudad Madero, colapsó poco después de las 2:30 de la tarde.

Abajo de toneladas de concreto y varillas se estima que había al menos 60 personas atrapadas de las cerca de 70 que estaban dentro de la iglesia.

Son integrantes de entre 4 a 5 familias que participaban en el bautizo colectivo de 9 menores, las que seguían al interior.

El aparente, desorganizado grupo de personas en labores de salvamento, extrae a una víctima, luego a otra y son llevados a un costado de la iglesia.

Un pequeño es cargado entre los brazos de un joven.

Abajo, se pueden ver los pies de una mujer que calza zapatos color café, la parte de arriba está sepultada.

Gritos, silencios prolongados, manos en alto.

Minutos después comienzan a llegar las primeras unidades de emergencia de la ciudad.

La catástrofe se puede sentir en el aire, cuando se ve el horror dibujado en el rostro de las personas que momentos antes habían abandonado el recinto, tras finalizar el acto litúrgico.

El ulular de sirenas, mensajes en redes sociales, videos del techo colapsando, comienzan a reflejar lo que ocurre en el lugar: es una tragedia.

El caos momentáneamente rebasa a la capacidad de organización en las labores de salvamento a causa de la desesperación de familiares de las personas atrapadas.

Palas, picos, guantes, lentes de seguridad, van y vienen a través de la calle Chihuahua.

La Cruz Roja organiza una valla humana para permitir que accedan al lugar solamente rescatistas.

¡Silencio!, gritan fuerte para escuchar si hay alguna señal de vida abajo del concreto.

Maquinaria, camiones de bomberos, ambulancias, patrullas, policías, personal de Sedena, de la Secretaría de Marina y de la sociedad civil se suman en el lugar para ayudar a salvar más personas.

Las ambulancias van y vienen, salen, una, dos, tres.

¡Hágase a un lado! ¡Déjelas pasar!.

Alertan a lado de las unidades ante la enorme cantidad de personas que se acercan atraídos por la desgracia y que obstaculizan el rescate.

Los vehículos funerarios se forman cerca de la parte posterior y comienza el desfile de la muerte.
A bordo, relatan algunos van dos o tres cuerpos.

Transcurren entre 40 y 50 minutos, la salida de ambulancias es mayor.

Los hospitales de Tampico y Ciudad Madero habilitan espacios para atender a los lesionados, que al final del día suman 60 heridos y 10 personas fallecidas  (5 mujeres, 2 hombres, 3 menores),  23 internados( 2 graves).

La tarde transcurre y se organiza un área de atención a los familiares de las  víctimas.


ACTIVAN PLAN DN-III

A través de la Secretaría de Defensa Nacional y la Secretaría de Marina se activa el Plan DN-III de auxilio a la población.

Los gritos de los rescatistas, se vuelven silencio de vez en vez, ante la esperanza de hallar a alguien con vida , aún atrapado.

Tres binomios caninos ingresan al lugar para detectar señales de vida.

El primer binomio en ingresar es el de la Cruz Roja Tamaulipas, la paramédico Kenia García y su perro “Bruno” entran para buscar más víctimas con vida.

Las fuerzas armadas utilizan un escaner para revisar minuciosamente cada centímetro del área devastada por el colapso.

La zona se queda en parcial obscuridad y rodeada por un vacío y silencio.

La noche cae y paran la maquinaria, el sitio se ilumina desde todos los ángulos posibles.

El rostro de los familiares que aún esperan noticias deja entrever las interrogantes que -seguramente- los van a perseguir toda la vida.
Es un día triste para Ciudad Madero.

Un día en el que una celebración de vida, una celebración de felicidad, se tornó en unos segundos en un silencio eterno.

Por José Luis Rodríguez Castro / Benigno Solís
Expreso-La Razón