Hallan restos de un “Godzilla” de la vida real en Japón

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CIUDAD DE MÉXICO.- Godzilla es uno de los monstruos japoneses más populares en el mundo, pero nació en la ciencia ficción, sin embargo, en la realidad hubo una criatura que, aunque no comparte la naturaleza radiactiva de este “kaiju”, igualmente impresiona y sorprende: el Wakayama Soryu o “Dragón Azul”. Este notable lagarto acuático, descubierto en Japón, dominó los mares del Pacífico hace aproximadamente 72 millones de años, destacándose por su inmenso tamaño y características únicas.

Este descubrimiento, realizado cerca del río Aridagawa en Wakayama, fue el resultado de un hallazgo accidental en 2016 por Akihiro Misaki, un investigador en busca de fósiles. Misaki, quien inicialmente buscaba ammonites, tropezó con un hueso oscuro en la arenisca que luego se identificó como parte del mosasaurio más completo jamás encontrado en Japón o en el Pacífico noroccidental. El proceso de excavación meticulosa duró cuatro años.

¿Cómo era el Wakayama Soryu o “Dragón Azul”?

El Wakayama Soryu, comparable en tamaño a un tiburón blanco, era un mosasaurio, un tipo de lagarto prehistórico gigante. Estos seres no eran dinosaurios, sino más bien parientes de los lagartos y serpientes actuales, y fueron predadores dominantes en los océanos prehistóricos entre 100 y 66 millones de años atrás. 

Se alimentaban principalmente de peces más pequeños, aunque algunos fósiles revelan que también practicaban el canibalismo. Estos gigantes marinos coexistieron con criaturas como el Tyrannosaurus Rex, alcanzando longitudes de hasta 11 metros.

El descubrimiento del Wakayama Soryu o “Dragón Azul” es muy importante

Aunque este “Godzilla” de la vida real no alcanza las proporciones míticas de su contraparte de ciencia ficción, su descubrimiento plantea preguntas fascinantes sobre la evolución y adaptación de las especies marinas prehistóricas. El profesor Takuya Konishi, de la Universidad de Cincinnati, encargado de clasificar este espécimen, destaca la singularidad de esta criatura, afirmando que carecemos de paralelos modernos con tal morfología corporal. Así, el Wakayama Soryu no solo representa un capítulo apasionante en el estudio de los mosasaurios sino que también desafía nuestra comprensión de cómo estas criaturas se adaptaron y evolucionaron en los antiguos océanos de nuestro planeta.

Con información de Heraldo de México